A TÍTULO DE PRESENTACIÓN


En la búsqueda efectuada en bibliotecas digitales de todo el mundo y en webs especializadas, se consiguen en muchas ocasiones libros e imágenes muy interesantes, y que quedan relegadas al olvido para la mayoría, bien por no conocer la manera de acceder a ellas o lo más frecuente porque ni siquiera se conoce su existencia.

Pretendo al respecto mostrar aquí algunas de esas obras e imágenes y remitir al lector a su fuente original para que caso de interesarle el tema, pueda ampliar sus conocimientos.

Todas las sugerencias y críticas constructivas serán bienvenidas, al igual que sus comentarios.

Saludos





miércoles, 30 de abril de 2014

REFLEXIONES PERSONALES


En esta entrada voy a hacer algo nuevo, esta vez no hay imágenes, les transcribiré una reflexión personal que en esas noches de insomnio que a veces todos tenemos, se me ocurrió hace tiempo.

He observado poca interactividad en los comentarios de los post últimamente, veamos si este breve “análisis pseudo-filosofico”, lo provoca. Me interesan sus comentarios, opiniones y observaciones.

Aquí tienen el apunte, lean con calma:


“Nada es del todo externo a uno mismo, en tanto que el acto de percibirlo es una interiorización, una integración, un comprender lo otro en oposición al “si mismo”, por otra parte difícil de definir dentro de unos limites racionales, porque el concepto de si o de “quien soy”, no es nunca ajeno a que pienso, deseo, quiero, rechazo ó me agrada.

No se vive dentro de si, sino en un intercambio constante con todo “lo otro”, lo que se considera de fuera, lo que no somos nosotros mismos.

Surge la pregunta inevitable del ¿Qué somos?

No existe ni puede existir nada estático en la vida, sino mas bien, un estar siendo en contraposición al llegar a ser, el mantener una identidad frente a la mutabilidad constante e incesante en el devenir del tiempo, ese esfuerzo por no dejar de ser lo que “se es”, aunque instintivo en el ser humano, no deja de suponer una lucha perdida de antemano en contraposición a la dinámica universal, que conserva la esencia pero modifica continuamente la forma y la sustancia de todo lo que es, como algo actualizado en un ahora, que temporalmente solo es una convergencia puntual entre el pasado y el futuro, pero jamás atemporal, es decir fuera o mas allá del tiempo. Por tanto en un sentido riguroso podríamos considerar que el “yo soy”, esta dejando de ser en el mismo instante en que toma consciencia de su existencia.

La consciencia de ser un ente individual que sabe que es, ese concepto irreducible del yo soy, que toma permanentemente posición temporal y espacial en el continuo universal, convierte al yo, en un elemento diferenciado y diferenciador, y por tanto inevitablemente enfrentado al fluir incesante de lo que siempre esta cambiando, llegando a ser, discurriendo, y no le permite armonizarse con la esencia del Ser en la multiplicidad, por lo que ello supondría de perdida de si mismo. En cierta forma porque implicaría el nacer y morir instantáneamente y en cada momento, ante un pasado que ya fue y un futuro que será, vivir en un ahora puntual sin extensión ni duración, que no permitiría el recuerdo ni la memoria que conforman el yo soy, tal como se entiende usualmente.

La muerte, la desaparición de la conciencia del saber que somos y estamos, de nuestra diferenciación frente al cosmos, la vemos y sentimos generalmente como una disolución en ese continuum, que sentimos (pues es en general un sentimiento mas que un razonamiento), como sin forma y sin conciencia individual, y por tanto nos aterra porque significaría perder nuestra diferenciaciacion  lo “que soy”, sumiéndonos en la esencia universal, en el espíritu cósmico, la protoforma sin identidad especifica.

El yo externo que percibe el cosmos como algo distinto a si mismo, del que forma parte pero no es estrictamente “el”, que se opone al flujo vital para poder ser el mismo frente a todo lo que le manifiestan sus sentidos, sus sentimientos y pensamientos, y en definitiva su misma razón, lucha por seguir estando en el ahora, por mantenerse consciente en el tiempo, en la duración  y la permanencia, en mantener la distancia entre el yo y todo lo demás.

Esa lucha constante supone inevitablemente una separación cualitativa y cuantitativa entre la propia identidad y el conocimiento real, entre el yo y el Ser Total, entre el conocer y el saber. Se sabe cuando se es, sin distancia en cantidad ni calidad, para entender hay que ser lo se quiere conocer, de cualquier otra manera solo se consigue una aproximación al conocimiento desde una dimensión externa y distinta por naturaleza.

El nacimiento y la muerte principio y fin de una vida que sentimos nuestra, por la que transitamos envueltos en una carne que es materia sujeta continuamente al cambio, al tiempo y al espacio, un continuo ir, un camino infinito, sometido a altibajos permanentes, tanteos y pruebas en busca de un destino propio, que tantos han recorrido y que sin embargo para cada ser humano es único.

El intelecto y nuestra propia consciencia de ser quienes somos, prueba a dirigir el sendero, pero el motor de nuestros actos suele estar regido por nuestra envoltura más que por nuestra mente. Sujetos a sensaciones y sentimientos siempre cambiantes, variables, difícilmente controlables, no es fácil que nos permitan trazar una meta clara y duradera en el tiempo de nuestra existencia.

Tiempo breve, para un universo que apreciamos casi como infinito, vidas que son chispas en la infinita oscuridad cósmica. Y a pesar de ello apreciamos nuestra propia vida por encima de cualquier otra consideración, por muy espiritual o metafísica que en cualquier momento o periodo de nuestra existencia, nos haya parecido trascendente.

La razón, los más elaborados juicios y especulaciones no nos permiten más que en todo caso acercarnos a ese saber trascendente que anhelamos, para superar nuestra mortal condición, la verdad el verdadero conocimiento, esa comunión con el Ser, parece estar siempre un paso más allá de nuestro alcance cognitivo.

Y en principio parecería no poder ser de otra manera, pues cualquier conocimiento verdadero debería ser inmutable y por tanto no sujeto a ninguna ley causal, las cuales rigen la materia en nuestro espacio-tiempo.

Siendo así o presuponiendo que lo fuere, solo la parte más pura y espiritual de nuestro ser, alma o espíritu, (la definición no es importante), podría intentar esa unión que según los místicos y la tradición, produce la Comunión.

El pasar de la idea al acto, del saber al conocer, diríamos incluso de “estar siendo” al “ser”, presupondría superar, desprenderse del “yo soy” (ego), sufrir una transformación esencial a través de la cual la distancia entre el observador y lo observado se anulasen.”

Adelante ¿Qué opinan de lo dicho?, si el comentario que piensan hacer es largo podemos también seguirlo por mail, escríbanme a biocosmetic.cesar@gmail.com indicando en “asunto” Reflexiones personales, así creamos un hilo que todos puedan seguir.

Saludos.

10 comentarios :

  1. Apreciamos nuestra vida por encima de cualquier consideración simplemente porque es lo único "nuestro" que tenemos y podemos manejar. El resto del universo es variable, y lo rige algo externo a nosotros. Nosotros también somos variables, pero somos al mismo tiempo quien nos rige. Somos una hoja en el viento, pero también la única hoja que somos.

    ResponderEliminar
  2. En parte de acuerdo contigo Abur. La cuestión esta en en si "solo somos una hoja en el viento" o ¿podemos de alguna manera manejar ese viento?. Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Todos influimos en el viento general, pero no lo manejamos. Del mismo modo, millones de gotas forman la corriente de un río, pero no lo conducen; el río está sometido a leyes que superan las de las gotas individuales. En todo caso, a veces puede parecer que lo manejamos, simplemente porque el camino del río coincide con el que deseábamos tomar. Pero creernos eso es un poco tonto, ¿no es así?

    ResponderEliminar
  4. Formamos parte de un "todo", al que influimos y nos influye constantemente, la diferenciación entre el individuo y todo lo demás es una apreciación de la conciencia personal que nos permite precisamente esa referencia como de "ser único", ese todo esta manejado por leyes universales, unas conocidas por la ciencia actual y otras todavía no. Pero sobre lo que dices sobre "simplemente porque el camino del río coincide con el que deseábamos tomar", seria otro argumento para una larga exposición. solo un apunte: ¿lo que deseamos y lo que hacemos es un acto voluntario o esta matizado por influencias externas a nosotros mismos?, y en ese caso...¿deseamos lo que "debemos hacer" o esos deseos estan en gran parte regidos por emociones y sentimientos?. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cito:
      la conciencia personal que nos permite precisamente esa referencia como de "ser único".

      La conciencia o lo que comúnmente entendemos por conciencia "es una imagen con la cual nos identificamos": yo soy cristiano, colombiano, blanco, profesional, etc, etc. Un bebé de pocos días de nacido no tiene imagen, ¿y acaso podemos decir que no tiene conciencia? Esa es la forma de conciencia, la del sentimiento, la que perdemos como producto de "lo cultural" más que cualquier otro factor externo. Sin cohesión de grupo nos comportamos tal y como quieren los que gobiernan, los que "nos gobiernan"...

      Pero, ¿cuánto de lo que deseamos y que hacemos impelidos por una fuerza que no precisamos es en realidad una parte infinitesimal de los llamados más profundos de nuestra alma? ¿Acaso "el alma del mundo" desea manifestarse a través de nosotros?...Bueno, si es que existe algo así como el alma. No hay que olvidar que lo que llamamos palabras son tan solo alusiones, pretensiones, abstracciones...(¿manotazos en el aire?, pero que bien sabemos allá, bien adentro)

      Gracias, un abrazo.
      -

      Eliminar
    2. Interesante comentario Victorino, la existencia o no del "alma" (o como queramos llamar a algo distinto a nuestro ser físico), es algo difícil de probar, y que lleva siglos en discusión, seria de hecho tema para todo un debate, quizas lo hagamos en un futuro, Saludos.

      Eliminar
  5. Lo que "deseamos", lo que "hacemos", es un acto considerado "voluntario", pero nuestra voluntad es una construcción, no algo puro. Está construida por nosotros mismos, usando como ladrillos nuestras costumbres, cultura, fobias, emociones, intereses e historia personal. Y no todo eso puede considerarse realmente "nuestro", sino que buena parte es herencia (al menos, la cultura y las costumbres lo son). Por eso mismo no podemos considerar más que acto voluntario una decisión tomada en determinado momento, y no en cualquier otro. Y por eso, ante el mismo desafío, tal vez no tomemos la misma decisión hoy que hace unos años atrás.
    Respecto de si "deseamos lo que debemos hacer"..., creo que ningún filósofo podrá encontrar pregunta a esa respuesta. ¿Fue antes el huevo o la gallina? ¿Es antes la idea o la voluntad?
    Muchas veces nos autoconvencemos de que el camino que andamos es el que hemos elegido, sobre todo si es en algún modo exitoso. Pero si somos honestos con nosotros mismos, descubriremos (o más bien recordaremos) que resultaba uno más entre tantos, y fue su relativo éxito el que nos afirmó en él, no nuestra voluntad.

    ResponderEliminar
  6. Como sé que lees los poemas que escribo, no hace falta que te diga que comparto todo cuanto dices.
    No puedo decirte más.
    La conciencia es la locura del ser humano, su autoconsciencia, pero también lo único que tenemos.
    Mientras el estar siendo, y para no acabar mas locos aún, a intentar disfrutar de lo bueno que la vida nos ponga por delante, que de lo malo ya nos encargamos nosotros y nuestra propia locura (¿cómo no vamos a estar locos, por dios?...)

    Un abrazo, César. Un placer encontrar esta entrada también.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Sofia, si, se como piensas, no hace falta que te expliques. Muy pragmático y acertado el ultimo párrafo. Abrazos.

      Eliminar